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El Blog de Fran Rey

Nada que celebrar este 6 de Diciembre

El 6 de diciembre de 1978, se aprobó una constitución. No era, ni mucho menos, una constitución perfecta. Es más, la constitución del 78 distaba mucho de ser el modelo de constitución que yo defiendo (establecía la monarquía como modelo de estado, no garantizaba la separación de poderes, establecía la circunscripción provincial…). Pero, a pesar de todo, si el 6 de Diciembre de 1978, yo hubiera tenido 18 años, habría votado a favor de esa constitución.

Eran tiempos difíciles. España salía de una terrible dictadura, en la que todo aquel que no pensase igual que las fuerzas dominantes, era asesinado. Tras la muerte del General Franco, y el inicio del proceso de apertura democrática, se llegó a un cuasi-pluralismo político (los partidos con la denominación “republicano” en su nombre seguían sin ser legales, al igual que el Partido Carlista), y, finalmente, se convocaron unas elecciones a cortes, las cortes que, más tarde, redactarían la constitución.

La izquierda no podía exigir mucho, dada la situación de la que venía, pero, aún así, consiguió incluir en la constitución grandes avances sociales. Esto hizo que, el 6 de diciembre de 1978, millones de socialistas, republicanos, laicistas, federalistas…en definitiva, personas que, de ningún modo veían en ese texto el modelo constitucional que ellos deseaban, acudieran a votar Sí en el referéndum de la constitución.

Luego vimos que, en la realidad, esa constitución se aplicaba muy poco. El derecho a la vivienda digna era una utopía, la ley electoral establecía un sistema de recuento de votos no proporcional, durante muchos años, los sacerdotes no pagaban impuestos…en definitiva, había muchos artículos de la constitución que no se cumplían. A medida que nos íbamos dando cuenta de esto, nos íbamos desengañando. Esta no parecía ser la democracia que nos habían vendido. Pero esto no fue suficiente para el PPSOE (que, en la práctica, ostentaba el título de partido único del régimen, e impedía el cumplimiento efectivo del pluripartidismo que promulgaba la constitución), así que el 23 de Agosto de 2011 se propone una reforma constitucional, que fija el techo de déficit de las Comunidades Autónomas (que son los entes administrativos que tienen las competencias de educación, sanidad, dependencia…). Esto supone, en la práctica, una ruptura total con los principios sociales que la izquierda consiguió imprimir en la constitución del 78. No por que elimine los artículos que hablan de estos derechos, sino por que los hace, sencillamente imposibles de pagar. Esto supone de facto una ruptura del consenso constitucional, y una reforma en los aspectos básicos de la constitución. Esta ya no es la constitución del 78. Por eso no tenemos nada que celebrar este 6 de Diciembre.

Por todo ello, yo, como ciudadano del Estado español que ha sido vilmente estafado por estos canallas, como hombre de a pie al que le han cambiado la constitución sin preguntarle, como persona de izquierdas que aceptaba una constitución aprobada en referéndum a pesar de que no me gustaba, me opongo firmemente a la nueva constitución Agostina. No la acepto, no la asumo, y no la acato. Seguiré siendo un honrado ciudadano que viva bajo las normas de la constitución de 1978. Mi objetivo no es, ni mucho menos, rebelarme contra una constitución en nombre de otra cuyo contenido me guste más. Si así fuera, no me retrotraería a la constitución del 78, sino a la del 31. Simplemente no acato una constitución impuesta, que no considero legítima, por no contar con el respaldo de la ciudadanía, y por tanto, me quedo en el último marco constitucional refrendado, que es el de 1978.

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